viernes, 14 de septiembre de 2012

Imágenes paganas



Las asociaciones apresuradas con acontecimientos del pasado, generalmente terminan siendo erróneas. Las manifestaciones callejeras del jueves 13 de setiembre son muy recientes como para sacar conclusiones certeras sobre su origen, desarrollo y proyección futura.

No obstante lo cual un primer elemento novedoso fue el rol de las redes sociales en la génesis de una movilización espontánea en distintos puntos del país. La fluidez de las comunicaciones en la actualidad puede promover a acciones rápidas e impredecibles, sin necesidad de intermediación alguna de los factores tradicionales del poder.

Otro dato llamativo fue la ausencia de las fuerzas políticas en la organización del descontento popular de algunos sectores de la sociedad, tanto del oficialismo para contrarrestar la movida como de la oposición que no pudo montarse en los reclamos de quienes decidieron salir a la calle.

Los puntos oscuros, para analizar más detenidamente lo acontecido fue la heterogeneidad de las consignas, inseguridad, re-reelección, cepo cambiario, corrupción, inflación. No pudo determinarse con certeza cual de todas estas consignas fue la más convocante o la que originó la queja. Posiblemente un mix de varias de ellas contribuyó a la adhesión de distintos sectores de manifestantes.

También habría que hacer un análisis más fino, con respecto a las ubicaciones geográficas donde se produjeron las movilizaciones. La Ciudad de Buenos Aires es un territorio esquivo para el actual Gobierno Nacional, prueba elocuente de ellos fueron los dos mandatos consecutivos que obtuvo Mauricio Macri por el voto ciudadano. Lógicamente la ciudad de Córdoba fue otro de los lugares donde el descontento popular era previsible teniendo en cuenta la actual puja de fondos entre la Gobernación local y el Ejecutivo Nacional.

En Rosario, otra de las ciudades administradas por fuerzas no kirchneristas, donde la última competencia electoral estuvo restringida al FAP de Hermes Binner y la figura emergente de Miguel del Sel (PRO), demuestra que también era un lugar permeable para manifestaciones contrarias al Gobierno de Cristina Kirchner.

En síntesis, si bien es una señal clara que el oficialismo debería tomar en cuenta, no es una situación comparable a los históricos cacerolazos del 2001, y debería ser también un motivo de preocupación para la oposición, que no termina de anticiparse a los acontecimientos para construir una alternativa de poder de cara al 2015.

Lo cierto es que las medidas que se toman o que se omiten tienen correlato en la sociedad, que en consonancia con los signos de los tiempos que le toca vivir adquieren nuevas metodologías y utilización de nuevas herramientas, para un fin que tan añejo como legítimo. La posibilidad de ejercer el derecho de libre expresión y opinión, de eso se trata.

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