jueves, 12 de julio de 2007

Aquellos días felices


Varios mandatarios regionales accedieron al gobierno rodeados del típico halo embriagante de la popularidad. Pero la cruda y cambiante realidad latinoamericana les ha brindado más de un sinsabor en el desgastante ejercicio del poder.
Es el reciente caso de los presidentes de Perú y Colombia. A menos de un año de gestión, Alan García enfrenta actualmente jornadas de protestas y disturbios organizadas por docentes, mineros y la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP).
El detonante fue un proyecto de ley para evaluar a los educadores, que pueden ser despedidos ante tres desaprobaciones consecutivas.
En el caso de Felipe Calderón, la situación crítica nació de un fenómeno con el cual nunca había tenido contacto: la guerrilla. La supuesta reaparición del Ejército Popular Revolucionario (ERP) con atentados en cuatro gasoductos de México le ha obligado a incorporarlo a su agenda de gobierno.
Las manifestaciones de mineros cooperativistas bolivianos contra el intento del presidente Evo Morales de incrementar los impuestos al sector, y las dificultades que atraviesa el gobierno de Rafael Correa en su traumática relación con el poder Legislativo ecuatoriano, son los síntomas más elocuentes de una tensión creciente en el continente. Por eso, más de uno añorará aquellos días felices, cuando en campaña electoral eran vivados a su paso. Son las reglas de juego, y ellos, están necesariamente obligados a jugar.