viernes, 25 de abril de 2008

La política siempre manda




En un corto lapso de tiempo dos funcionarios de alta estima técnica debieron abandonar el convulsionado mundo K. A la retirada de Alberto Abad de la AFIP, tras casi seis años de una eficiente gestión, le sucedió la del joven brillante Martín Lousteau que no logró siquiera llegar al primer semestre en su función.
Ambos protagonistas de esta historia, tenían algunos puntos en común. Prestigio como administradores, solidez profesional y aura de transparencia ante la comunidad nacional e internacional.
Pero también, eran miembros de la tropa del jefe de Gabinete, Alberto Fernández en su eterna puja frente al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido (del cual Guillermo Moreno es uno de sus principales escuderos) por mantener o acrecentar espacios de poder en el gobierno nacional del matrimonio Kirchner.
Nuevamente primó la política en desmedro de la gestión, ya que en vez de potenciar la capacidad de los ocupantes de roles de gobierno, se los utiliza de fusibles ante lucha de intereses políticos o económicos que lejos buscan el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Pero esto no es exclusivo de la actual administración, ni de la anterior, es una constante en la historia argentina, un mal que no puede erradicarse de la cultura política nacional de todo el arco ideológico vernáculo.
Mientras no se encare un profundo rediseño de la administración pública a través de una permanente capacitación en desmedro del clientelismo y el reparto de poder interno, habrá muchos Abad y Lousteau en el horizonte argentino en el mediano y largo plazo.