miércoles, 19 de septiembre de 2012

Han recorrido un largo camino, muchachos



Desde su génesis como actores protagónicos de la historia argentina en la dorada época del peronismo fundacional de los 40, los dirigentes sindicales fueron adecuándose a las coyunturas domésticas con notable rapidez y plasticidad.

El movimiento obrero organizado mutó de columna vertebral de la revolución justicialista, a eje de la resistencia de los 18 años de exilio de Juan Domingo Perón. Pero, además fue promotor de bandadas de halcones y palomas aptas para todo momento y situación.

Así, las dictaduras militares conocieron tanto el poder bifronte de la combativa CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro conviviendo con la dialoguista CGT del lobo Augusto Timoteo Vandor, como la marquesina compartida entre la CGT Brasil de Saúl Ubaldini y la versión Azopardo de los permeables Jorge Triaca y Armando Cavalieri.

También abonaron la teoría que sostiene que cuando el peronismo está en la oposición se unen, pero cuando el presidente de turno llegó con la marcha y el escudo, inevitablemente se produce un nuevo cisma o división. Carlos Menem y Cristina Kirchner pueden dar fe de ello, así como los sufridos presidentes radicales que debieron soportar la presión monolítica del movimiento obrero organizado durantes sus breves mandatos.

Las políticas del ex caudillo riojano derivaron en las fracciones cegetistas encabezadas por Guerino Andreoni y Saúl Ubaldini en principio, y el advenimiento del MTA de Hugo Moyano y la CTA de Víctor De Gennaro por fuera de la estructura tradicional del sindicalismo peronista.

En tanto las desplegadas por Cristina Fernández de Kirchner permitieron prohijar la CGT Balcarce y otra opositora (moyanista), del mismo modo que  dividieron las aguas en la CTA, con Hugo Yasky y Pablo Miceli replicando la misma lógica de adhesiones. Pero las similitudes no terminan allí con los acontecimientos del pasado reciente ya que vuelve a hablarse de una remixada fórmula de triunvirato para la CGT con impronta K.

La poco convincente experiencia encabezada oportunamente por el líder camionero, el titular del sindicato de Obras Sanitarias José Luis Lingieri y la dirigente de Sanidad Susana Rueda, parece no desalentar la solución ideada por Gordos, independientes y ex moyanistas para la futura sucesión al frente de la principal Central de Trabajadores bendecida por la actual administración.

Por las dudas, mientras Moyano organiza la primer acción conjunta opositora con Pablo Miceli de la CTA disidente; Antonio Caló (UOM), Andrés Rodríguez (UPCN) y Héctor Daer (Alimentación) se prueban a su lado la ropa que el camionero va a dejar, pensando que quizás Azopardo al 800 se transforme pronto en su nuevo hogar.



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