miércoles, 26 de septiembre de 2007

Función de gala

El marco imponente que lo circundaba, no alcanzó a contrarrestar la nostalgia de saber que era su última cita como Presidente -al menos por ahora-, con el turbulento escenario internacional y sus protagonistas.
Los eternos pasos sobre la mullida alfombra verde, y los sonidos de profusas carpetas sobre los pupitres colectivos de los representantes de las naciones presentes, fueron los prolegómenos de su esperada alocución.
Las indicaciones finales del atildado canciller argentino Jorge Taiana, el discurso conteniendo las cuidadas palabras redactadas por su secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini y la certeza de cumplir con un compromiso asumido con gran parte de la comunidad judía local, antecedieron a la escena final.
Las punzantes miradas de las delegaciones presentes en la 62º Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se clavaron sobre su alta y desgarbada figura. En especial, la de Mahmud Ahmadinejad, destinatario -al fin-, de importante porción de su inminente pieza discursiva. La delegación británica compartía igual sensación e incertidumbre por el mensaje del presidente de quienes osaran desafiar a la corona en la década del 80.
Antes de comenzar y por un instante se sintió un actor relevante en el concierto mundial y futuro material informativo para los medios más importantes del orbe, que amplificarían sus dichos casi infinitamente.
En la multitudinaria audiencia, también halló rostros cotidianos y entrañables, algunos de sus ministros más ponderados como el de Trabajo, Carlos Tomada y de Educación, Daniel Filmus, ambos premiados por su tarea recientemente con la cabeza de lista para ingresar a las Cámaras Baja y Alta respectivamente.
Junto a ellos, Cristina. Cristina senadora, Cristina primera dama, Cristina candidata...Cristina su compañera. Mezcla de tristeza por una investidura que se aleja, y ansiedad por otra investidura que se acerca.
Pero, los recuerdos, las elucubraciones, y las sensaciones llegaron a su fin: “Quiero dejar sentado aquí, que hasta hoy, lamentablemente, la República Islámica de Irán no ha brindado toda la colaboración requerida por la justicia para el esclarecimiento de los hechos”, desgranó con voz firme y clara Néstor Kirchner para beneplácito de sus acompañantes de la AMIA, DAIA y familiares de las víctimas del atentado a la mutual judía.
Fue concretamente el último acto de una función de gala y despedida para el mandatario que sucedió a la crisis institucional iniciada en el 2001 con la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa y la ponderada transición de Eduardo Duhalde.