miércoles, 27 de octubre de 2010

El luchador

Como al personaje que resucitara del ostracismo a Mickey Rourke, los golpes de la vida, en este caso política, le pasaron factura a Néstor Kirchner. Con tan sólo 60 años, marcó la última década de la Argentina, con grandes aciertos y grandes errores.

Pese a las recomendaciones médicas, tensó al máximo su resistencia física merced a su inquebrantable voluntad de búsqueda y acrecentamiento del poder, incluso teniéndolo como futuro protagonista nuevamente en el 2011. Pero no fue, nadie sabe a ciencia cierta cuando se acaba el hilo de su propio carretel.

Ante el deceso de un ex mandatario, no corresponde hacer balances o interpretaciones históricas apresuradas, que llegaran inexorablemente con el paso del tiempo, pero a quien escribe estas líneas le quedará siempre en la memoria aquellas jornadas de noviembre de 2005 en Mar del Plata, de las que tuvo la oportunidad de ser testigo, cuando el entonces presidente argentino desafió públicamente a George Bush durante la Cumbre de las Américas.

Más allá de las preferencias o diferencias ideológicas, esta porción del continente sentirá pesar por la partida de un innegable artífice de una etapa superadora de la integración regional y seguramente darán prueba de ello tanto figuras afines como Hugo Chávez, Evo Morales, Lula Da Silva o Rafael Correa, como quienes se encuentran en las antípodas de su pensamiento, como Sebastián Piñera o Manuel Santos.

Quizás con su desaparición física, el legado de Néstor Kirchner sea consolidar la institucionalidad política argentina, instando tanto al oficialismo como a la oposición a la reflexión sincera y profunda como al replanteo de tácticas y estrategias si fuesen necesarias para asegurar en el corto plazo un futuro promisorio.