lunes, 3 de septiembre de 2007

Caminante no hay caminos, se hace camino al andar


La inmensa pantalla a sus espaldas, el portarretrato en sus manos, los aplausos y vítores a cada paso. Muchos años habían pasado de aquellas kilométricas enseñanzas partidarias de Guillermo Estévez Boero.
Muchos años también de espera de este preciso y particular momento, mezcla de arribo a una meta y trampolín futuro a otras mayores.
Una provincia históricamente peronista, una ciudad signada por el mismo ideario político, que en los últimos años se había animado a romper con la tradición y darle la oportunidad a un socialista, ni más ni menos. Primero fue Rosario, ahora es la provincia de Santa Fé. Es Hermes Binner, de él se trata.
Dirigente con estilo sobrio, atildado, con un aura de honestidad que lo envuelve, conciliador, respetuoso, querido por su pueblo.
Desde el escenario recorrió visualmente a sus seguidores y recordó en un instante su infancia, su militancia, sus estudios de medicina, su obstinada búsqueda del poder para transformar la realidad de su pago chico.
No permitió exabruptos contra su ocasional rival, Rafael Bielsa, y mucho menos contra el presidente Néstor Kirchner, su estilo medido lo acompañó desde sus inicios en la política, ¿porqué iría a cambiarlo justo ahora cuando la cosecha comenzó a ser fructífera?
Luego del discurso de ocasión, se despidió con una última celeste mirada sobre la concurrencia, antes de pensar en la transición hasta diciembre, la conformación de su futuro gabinete, y el rol de opositor constructivo durante una eventual presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
Internamente resonaron en sus entrañas aquellas magníficas estrofas de Machado eternizadas por el Nano Serrat, caminante no hay caminos, se hace camino al andar. Y Hermes Binner, está haciendo camino al andar.