miércoles, 15 de julio de 2009

Sueño de una noche de verano



El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, anunció el proyecto de creación del Parque Central Norte en la zona de la Recoleta, comparándolo con el Central Park de Nueva York, en una perímetro que comprende alrededor de 33 hectáreas y una inversión de 80 millones de pesos.


Un año antes, en declaraciones públicas ante la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, confesó su sueño de transformar la Reserva Ecológica de la Costanera Sur también en un lugar de esparcimiento similar al newyorkino.


De la lectura inicial de ambas manifestaciones se desprende una obsesión del gobernante porteño en recrear una iniciativa de gran porte e inversión para un sector de privilegio de la ciudad como lo es el norte, habitado por ciudadanos de alto poder adquisitivo y con una infraestructura superior al resto de la urbe.


Pero, este tipo de anuncios no estuvieron ausentes para la zona eternamente postergada. Los proyectos del Centro Cívico, el Parque Lineal del Sur y el Polo Tecnológico con eje en los barrios de Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya, son una muestra elocuente de la misma incontinencia verbal.


Toda esta prospectiva sería fantástica de no ser por los antecedentes de frustraciones que han experimentado los ciudadanos de esos lares. A pesar de innumerables concursos de ideas, podemos recordar los casos de la fastuosa Ciudad Judicial proyectada para el Parque Vuelta de Obligado, las truncas remodelaciones de otros espacios verdes como el Parque de los Patricios, antigua sede del Zoológico del Sud, con las eternas e inconclusas obras del subte H de por medio, o la histórica y vergonzosamente olvidada Plaza Ameghino, frente al Hospital Francisco José Muñíz.


Tampoco vió la luz el proyecto de la Playa de Transferencia de Camiones en las inmediaciones de la Cancha de Huracán, y ni que hablar del símbolo de la inercia estatal como la ex Cárcel de Caseros, con un proceso de demolición de extensión inusitada y de incertidumbre total sobre su futuro destino, son hitos de la brecha existente entre los dichos y los hechos, típica característica de los políticos contemporáneos en la gestión a escala local.


Ya desde el siglo XVI William Shakespeare nos escribía acerca de los sueños y la realidad, del amor y de la magia. Pero sin duda la Argentina y la Ciudad de Buenos Aires en particular hubiesen constituido una inagotable fuente de inspiración para unas cuantas secuelas en tono de tragicomedia.