El balance de la movilización encabezada por
Hugo Moyano el 27 de junio pasado denota en términos ajedrecísticos una virtual
situación de tablas. Tanto desde el núcleo del poder del gobierno central como
del líder cegetista la evaluación resulta satisfactoria.
Del lado de la Presidenta, la ausencia de
amplios sectores del espectro sindical como de las fuerzas políticas de la
oposición de real envergadura le dejó un sabor menos amargo, a pesar de haber
experimentado la primera movilización surgida desde las propias filas del
amplio abanico que constituye el justicialismo.
Ya no tuvo que lidiar con
expresiones del campo o de la sociedad civil como Bloomberg marchando contra la
inseguridad, o escuchar un tenue sonido a cacerolas por las calles porteñas. La
queja y reclamo partió de un ex aliado, que tiene la ventaja de conocer los
vericuetos del poder y puede utilizarlos ante cualquier nuevo ataque a su
espíritu de supervivencia.
Las contradicciones inseminadas en familiares
de funcionarios como Héctor Recalde y del propio Moyano fueron funcionales a las
intenciones de la Presidenta en su tenaz afán por esmerilar la base de
sustentación del actual Secretario General de la CGT.
Del lado de Moyano, cumplió su objetivo de
poner su estructura en la calle y decir a los oídos oficialistas todo aquello
que propios y ajenos no pueden hacer, debido a intereses que pueden ser
fuertemente afectados ante cualquier intención de sacar los pies del plato.
El
diálogo de sordos con su ex referente política le permitió anunciar que luchará
una vez más por conducir el futuro de la central de trabajadores, enfrentando a
cualquiera de los delfines del oficialismo, donde cada vez se ve más activo a
un viejo compañero de ruta del camionero como Omar Viviani.
Habrá que ver hasta
que punto Moyano puede aprovechar su nueva condición de líder de la oposición
de cara al 2013/15 y cómo se relacionarán con él los demás actores políticos y
sindicales a partir de ahora.
Tras la paridad, nuevas estrategias y piezas se
moverán en torno a los dos exponentes del poder real en la Argentina de
nuestros días.