miércoles, 31 de octubre de 2007

¿Presidente o Presidenta?

Aquella noche del 28 de octubre ingresó al portentoso hotel ubicado estratégicamente en el corazón del porteño barrio de San Telmo. Luego de traspasar la bullanguera barrera humana en la esquina de Moreno y Tacuarí, se perdió detrás de una pared de madera azul flanqueada por corpulentos custodios, para luego de esquivar cámaras y cronistas colegas descendió dos pisos por escalera mecánica.
Alrededor de las 19 se vió rodeado por funcionarios, militantes, periodistas y gente de la cultura y el espectáculo. Todos estaban expectantes de la palabra de la primera mujer electa como ¿Presidente? en estas tierras. Peronistas, radicales, socialistas, democristianos, todos se acercaron para participar del festejo y conocer el pensamiento de Cristina Fernández de Kirchner luego del sufragio de los poco interesados argentinos que concurrieron a las urnas durante ese largo día.
La típica atmósfera del primer mundo, frecuentada en los 90 por la antítesis del poder actual, contrastaba con el calor reinante, casi agobiante que sufrían los concurrentes a uno de los subsuelos del hotel donde suele concentrar el más populoso club de fútbol del país, presidido por el también recientemente electo jefe de Gobierno de la Ciudad ¿Autónoma? de Buenos Aires.
Largas mesas con sandwiches, empanadas y bebidas son testigos de las reprimendas de elegantes camareras que espantan con gran dificultad la gula de los presentes. "Hasta las 20 no se puede tocar nada", escucharon reiteradamente los noctámbulos invitados que portaban unas pulseritas plásticas de color blanco, rojo, naranja, celeste, y rosa que los habilitaban para transitar por los distintos sectores del suntuoso alojamiento para turistas clase A.
Cuando los plasmas distribuidos ordenadamente en el hall del 2º subsuelo entregaban imágenes y porcentajes de los candidatos en pugna, nadie reparaba que Roberto Lavagna desplazaba a Elisa Carrió como escolta de la ¿Presidenta? electa. De repente el locutor emulando a los presentadores de las tumultuosas jornadas de box, anunciaba la llegada de la senadora al escenario de lujo instalado para la ocasión y se despejaron todas las dudas e incertidumbre.
Luego del discurso inesperado donde instó a la integración y el pluralismo, compartiendo cartel con su esposo Néstor y una Segolene Royal que intentaba disimular vanamente una sana envidia, el cronista se perdió en la agradable noche porteña pensando como describir el inicio de la segunda etapa kirchnerista en la Argentina.