Desde su génesis como actores
protagónicos de la historia argentina en la dorada época del peronismo
fundacional de los 40, los dirigentes sindicales fueron adecuándose a las
coyunturas domésticas con notable rapidez y plasticidad.
El movimiento obrero organizado
mutó de columna vertebral de la revolución justicialista, a eje de la
resistencia de los 18 años de exilio de Juan Domingo Perón. Pero, además fue
promotor de bandadas de halcones y palomas aptas para todo momento y situación.
Así, las dictaduras militares
conocieron tanto el poder bifronte de la combativa CGT de los Argentinos de
Raimundo Ongaro conviviendo con la dialoguista CGT del lobo Augusto
Timoteo Vandor, como la marquesina compartida entre la CGT Brasil de Saúl
Ubaldini y la versión Azopardo de los permeables Jorge Triaca y Armando
Cavalieri.
También abonaron la teoría
que sostiene que cuando el peronismo está en la oposición se unen, pero cuando
el presidente de turno llegó con la marcha y el escudo, inevitablemente
se produce un nuevo cisma o división. Carlos Menem y Cristina Kirchner pueden
dar fe de ello, así como los sufridos presidentes radicales que debieron
soportar la presión monolítica del movimiento obrero organizado durantes sus
breves mandatos.
Las políticas del ex caudillo
riojano derivaron en las fracciones cegetistas encabezadas por Guerino Andreoni
y Saúl Ubaldini en principio, y el advenimiento del MTA de Hugo Moyano y la CTA
de Víctor De Gennaro por fuera de la estructura tradicional del sindicalismo
peronista.
En tanto las desplegadas por
Cristina Fernández de Kirchner permitieron prohijar la CGT Balcarce y otra
opositora (moyanista), del mismo modo que
dividieron las aguas en la CTA, con Hugo Yasky y Pablo Miceli replicando la
misma lógica de adhesiones. Pero las similitudes no terminan allí con los
acontecimientos del pasado reciente ya que vuelve a hablarse de una remixada
fórmula de triunvirato para la CGT con impronta K.
La poco convincente
experiencia encabezada oportunamente por el líder camionero, el titular del
sindicato de Obras Sanitarias José Luis Lingieri y la dirigente de Sanidad
Susana Rueda, parece no desalentar la solución ideada por Gordos,
independientes y ex moyanistas para la futura sucesión al frente de la
principal Central de Trabajadores bendecida por la actual administración.
Por las dudas, mientras
Moyano organiza la primer acción conjunta opositora con Pablo Miceli de la CTA disidente; Antonio Caló (UOM), Andrés Rodríguez
(UPCN) y Héctor Daer (Alimentación) se prueban a su lado la ropa que el camionero va a dejar, pensando que quizás Azopardo al 800 se transforme pronto en su nuevo hogar.