En lo que va del año asistimos al despliegue de
fuerzas y estrategias de confrontación donde sólo cambiaban los escenarios y los
protagonistas.
Así fuerzas leales de la Nación realizaron
campañas contra los insurrectos de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, donde
seguridad, transporte, y recursos económicos fueron los estandartes de una
cruzada donde difícilmente se hallen vencedores, y los vencidos sean la
resultante más elocuente de enfrentamientos surgidos de las esferas del poder.
Relato oficial, cadena del miedo y el desánimo,
eufemismos grandilocuentes que sólo sirven para ocasionarle más problemas
cotidianos a quienes solo ofician de jamón del sándwich en este juego. Corporaciones y monopolios en pugna por acaparar voluntades y escuchas. Presupuestos utilizados como mecanismos de premios y castigos, supuestos
representantes de trabajadores que se desenvuelven como los mejores exponentes
de la patronal en puja por alojarse en la vereda del sol oficial o en las
huestes de futuros aspirantes a recambio en la dorada cúspide.
Mientras tanto se suceden escenas de la vida
cotidiana: tragedia de Once, aguinaldos atrasados, aumentos en subtes, impuesto
a las ganancias para quienes trabajan por un salario, todas variables de ajuste
para quienes son en definitiva los que debiesen ser recipiendarios de los
beneficios de gobernantes y legisladores. Son las paradojas de la democracia,
pero cuidado, siempre preferibles y pasibles de modificar para el desencanto de
los nostálgicos de dictaduras y genocidios.
Por eso, ante la proximidad del 2013 y un acto
eleccionario de por medio, atención electores y potenciales elegidos y
recuerden siempre aquel viejo apotegma que sentenciaba que la única verdad es
la realidad, y además…está a la vista de todos.
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