miércoles, 8 de julio de 2009

Angeles y demonios


Llegó a la presidencia de Honduras de la mano del Partido Liberal, de neta raigambre conservadora, pero con el ejercicio de la función pública mutó a posiciones cercanas al líder venezolano Hugo Chávez. En ese tránsito de metamorfosis la propuesta de reforma de la Constitución de Manuel Zelaya, de él se trata, le valió salir expedido de su país por una conjunción de botas y traiciones.


Pero lo que pocos podían prever de antemano, fue el grado de adhesión que concitó a lo largo de todo el arco ideológico la necesidad de su reposición en el poder. Así, a las habituales y efusivas declaraciones del presidente bolivariano, le siguieron los apoyos de Barak Obama, y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, quienes en medio de sutiles autocríticas jugaron en favor del mandatario caído en desgracia.


No casualmente, y en sintonía con la administración demócrata, los organismos políticos internacionales y regionales, léase ONU y OEA; como los de crédito internacional como el Banco Mundial y el BID se manifestaron tanto a través de misiones de buenos oficios, que incluyeron apuestas arriesgadas como las llevadas a cabo por Cristina Fernández de Kirchner y Rafael Correa; como de congelamiento de operaciones de suministro de divisas hasta la normalización de la situación institucional del país.


De más está decir que los agrupamientos regionales de las características del MERCOSUR y el ALBA condenaron con mayor intensidad el quiebre institucional teniendo en cuenta los antecedentes y las trágicas consecuencias de los golpes de estado de antigua data.


Finalmente, y como corolario de una nueva etapa en ciernes, el presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, también se sumó a la cruzada por reencauzar la normalidad del país hermano a través del diálogo y la búsqueda de racionalidad.


Si bien aún es una historia de final abierto, los actores del concierto internacional marcharon casi en su totalidad en una misma dirección, y en este caso la considerada por consenso general como correcta. ¿Será una grata realidad, o una nueva fábula del pastorcito?

El tiempo dirá.


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