lunes, 21 de mayo de 2007

Una relación traumática



Con la aceptación del Vaticano de la renuncia del ex obispo castrense, Monseñor Antonio Baseotto, culmina un proceso de tensión entre el poder político, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.
El conflicto se suscitó en el 2005, cuando el entonces representante religioso parafraseando una cita bíblica dijera que el ministro de Salud, Ginés González García, “merecería ser arrojado al mar con una piedra al cuello” por promover la distribución gratuita de preservativos a los jóvenes y entreveer la posibilidad de despenalizar el aborto.
Luego de aquel exabrupto el presidente Néstor Kirchner decidió separar de su función al clérigo en forma unilateral, y no pagarle más el sueldo correspondiente.
Esto generó repercusión negativa en términos diplomáticas con la Santa Sede y por consiguiente con el cardenal primado de nuestro país, Jorge Bergoglio.
Como no se encontró una fórmula alternativa que dejara conforme a ambas partes, la situación quedo congelada hasta ahora, cuando Baseotto cumplió los 75 años, límite temporal para el ejercicio de la actividad pastoral de los miembros de la Iglesia Católica.
A partir de ahora comenzará el natural proceso de selección y ocupación de ese espacio por otro representante eclesiástico, que deberá contar con el beneplácito del primer mandatario para no repetir un capítulo más en una relación de carácter traumático entre las máximas figuras locales del mundo sacro y el profano.

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